Vivo en una ciudad gris. Gris piedra. Gris cemento.
En mi ciudad todos tenemos un papel. Todos sabemos qué hacer, cómo vivir. Cada uno de nosotros tiene un guion. Lo consultamos cada mañana. Lo consultamos a cada instante para saber qué hacer, qué decir, cuándo hablar y cuándo sonreír. Y todo está escrito en el guion.
Esta mañana me desperté. Encendí la luz y puse mis dos pies en el suelo enfundándolos en las zapatillas: primero la izquierda y luego la derecha. Descorrí las cortinas y miré hacia la mesilla. Sobre ella descansaba el guion del día.
Lunes. 26 de septiembre. Nublado. Temperatura: 16º. Resumen de tareas del día: ducha; puesta a punto (ropa de trabajo); desayuno en casa (tostada, café); cepillado de dientes; acudir a puesto de trabajo (andar, metro, andar); acudir a reunión social (bar, detalles de localización más adelante) con amiga (Silvia) y cenar (detalles de la comida más adelante); volver a casa (metro, andar); cepillado de dientes; dormir (8h).
En marcha. Después de la ducha, de arreglarme, de la tostada y del café me dispongo a salir. Agarro el guion, subo la cremallera de mi abrigo y salgo a la calle. Hace fresco a las 8 de la mañana. Y algo de viento. El guion dice que todos los días debo girar a la derecha y después a la izquierda y tomar la línea 5, la que desemboca en la puerta de mi trabajo. Me detengo ante un semáforo y espero al pequeño peatón verde que me indica que cruce. Atravieso el paso de cebra y giro a la izquierda, como está escrito.
Pero… de repente algo sucede. Justo cuando estoy acabando el giro para seguir por la calle que me lleva al metro… Un golpe de viento me encuentra por sorpresa y hace saltar por los aires cada una de las páginas de mi guion. Todas vuelan, algunas caen al suelo y continúan su camino, libres, despojadas de toda atadura, como pájaros silvestres. El viento las esparce por toda la ciudad. Y yo las miro marchar. No puedo creerlo. Esto no estaba escrito. Estas cosas NO pasan. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué se supone que debo decir? ¿Cómo se supone que debo reaccionar?
Siempre hemos tenido un guion. Todos lo tenemos. Así es como sabemos qué hacer. Así conocemos el próximo paso a seguir. Así sabemos la próxima frase a expresar. Por primera vez en mi vida no sé qué es lo que se espera de mí. Miro alrededor y todas las personas repasan absortas su guion. Pero… un momento… Ahí, puedo verlo. Puedo ver a un hombre joven. Mientras todos los demás caminan con la cabeza baja, metida entre páginas blancas, él observa a su alrededor. Está esperando a que el siguiente semáforo se ponga en verde. Mis pies están paralizados, pero debo hacer algo antes de que sea demasiado tarde. Me acerco. Le miro y automáticamente bajo los ojos.
- No llevas guion…
- Se me perdió hace tiempo. Las nieves de febrero me lo extraviaron.
- Y… ¿Cómo vives? ¿Cómo sabes qué hacer? No puedo vivir sin saber el siguiente paso. No puedo tomar decisiones, no puedo…
- ¿Nunca deseaste cambiar una respuesta, elegir otra opción o cruzar otra calle?
- No… Me limité a seguir las instrucciones.
- Aún no puedes verlo, pero desde hoy se ha abierto ante ti un mundo lleno de posibilidades. A partir de hoy vivirás una vida… sin guion…
Para cenar hoy: brocoli y croquetas (nada como cenar en casa después de un día intensito).
Frase del día: «Es imposible vivir sin fallar en algo. A menos que vivas tan prudentemente que ni siquiera hayas vivido en realidad» J. K. Rowling
Canción del día: Los que saben – Vetusta Morla